Vivo en la Isla de Margarita desde 1998, mi entorno desde entonces, el mar, sus embarcaciones y el punto de partida para mi reflexión sobre los cambios constantes de la materia al estar expuesta a estos factores como son el medio salado y el ambiente húmedo, aunado a los efectos de la fricción del movimiento de las embarcaciones o la utilización de metales en estas, acelerando los procesos electroquímicos.
Más allá de las causas, mi planteamiento plástico lo enfoco sobre la memoria y el rastro que estas huellas indelebles van dejando en la piel de estos cascos marinos, evidenciando la temporalidad, inestabilidad, y los cambios constantes de sus materiales y a la vez creando un paralelismo con el carácter efímero del ser humano donde la fragilidad, la permanencia, la apariencia, la autenticidad y el desenmascaramiento afloran en el tránsito por la vida llevándonos a la autoevaluación como individuos con espíritu y cuerpo y nuestro comportamiento ante la sociedad que integramos.
Evoco este registro del tiempo utilizando la materia como lenguaje, imitando esos cambios constantes de la sustancia, valiéndome principalmente del color, utilizando elementos de expresión como son la línea , la textura, el volumen entre otras, recreando sensaciones de corrosión, desgaste, descamado y oxidación.
Busco crear un nexo con el espectador a través de la obra en la que ambos seamos “conquistadores del tiempo” en donde ya ese transcurso manifestado en cada uno de nosotros, en la memoria de ese tránsito, nos invite a reflexionar sobre nuestras vidas, que esas marcas o huellas vivenciadas nos forjen como seres humanos y transcienda más allá de la materia misma.